Este artículo habla de la escasa reacción occidental ante las víctimas de los regímenes comunistas y de la diferencia entre esas y otras víctimas. Ya me referí, tiempo atrás, a 
este comentario acerca del 
espectáculo de occidentales que se sentirían incómodos al pensar en 
llevar una esvástica, pero no tienen inconvenientes en llevar la hoz y 
el martillo en la camiseta o en la gorra: «Mientras el símbolo de un 
asesinato masivo nos llena de horror, el símbolo de otro asesinato 
masivo nos hace sonreír».