Sed felices: «hay que estar contentos. Cualquier otra cosa es perder el tiempo, que
puede que sea poco, y una injusticia para con quien está peor. Además,
la tristeza nos impide echar una mano. En parte, porque la mano que
quiere el triste es una mano alegre, que le dé lo que le falta, y en
parte, porque el triste, sobre todo el imaginario o autoconstruido, el
triste hecho a sí mismo, digamos, no tiene tiempo para nada más que para
sus penas, penitas, penas».